29 noviembre 2022

Hablar de resiliencia es remontarnos a su origen en latín (resilio), cuyo significado es “volver atrás, dar un salto o rebotar”. En el ámbito de la física, se refiere a la capacidad de un material de recuperar su forma inicial tras ser deformado por una presión. Y… ¿por qué no buscar esta cualidad en las personas como capacidad de adaptación a los cambios?

La RAE incluye la palabra resiliencia en dos significados (relativos a la psicología y a la mecánica); surgiendo el concepto como “capacidad humana de asumir con flexibilidad situaciones límite y sobreponerse a ellas”, y entendiendo la resiliencia como proceso (de adaptación), no como resultado.

El interés sobre la resiliencia se origina en el campo de la Psicología. Empíricamente, se define como un conjunto de factores genéticos, biológicos, psicológicos y ambientales. Los primeros estudios —en los años 40— se centraron en personas que habían vivido situaciones límite como estar en un campo de concentración, vivir una infancia pobre en las calles o ser una mujer maltratada.

A lo largo de las diferentes generaciones, el concepto de resiliencia ha ido cambiando: la primera generación (80) hace referencia a una capacidad de adaptación a situaciones de riesgo (se “es” resiliente); una segunda generación (90) habla más de un proceso, con factores protectores y contexto social que permitían la adaptación (se “está” resiliente y se “aprende”); y una tercera generación (2000) que considera un concepto dinámico, con posibilidad de elaborar modelos para promover la resiliencia (se “construye”). (1)

No obstante, resiliencia NO significa invulnerabilidad. No hablamos de superpoderes, ser resiliente no es ausencia de sufrimiento, es la habilidad de seguir adelante a pesar de ello.

El concepto de resiliencia es una de las variables más estudiadas actualmente, por su implicación en la prevención y promoción de la salud, y su repercusión en la calidad de vida de las personas. Se presenta como herramienta salutogénica, protectora y promotora de la salud, potenciando los recursos, adherencia a los tratamientos, empoderamiento y la autorresponsabilidad en situaciones que inciden en la salud.

La resiliencia no se trata de una cualidad innata, ni de un proceso estático. Se ve influenciada por diversos factores que la convierten en una cualidad dinámica, con posibilidad de desarrollo a través de estilos adecuados de afrontamiento.

Neuronalmente, requiere de sistemas que evalúen la situación adversa, y reorganicen la memoria para actuar de otra forma a partir de los mismos elementos, es decir, sistemas que readapten los ensambles neuronales —plasticidad sináptica—. En este sentido, los sistemas involucrados en la resiliencia serán el de la motivación-acción-recompensa (núcleo accumbens-área tegmental ventral), el de las emociones (amígdala-hipocampo), el del estrés (eje hipotálamo-hipófiso- adrenal) y el de la evaluación y discriminación del contexto (corteza prefrontal-hipocampo). (2)

Resiliencia y pacientes 3) 4) 5)

Determinadas variables que desarrollan resiliencia (apoyo social, creencias espirituales, optimismo, autoestima, autocontrol, afecto positivo…) son factores protectores para la salud,  y el estrés, y aumentan la calidad de vida. La resiliencia se relaciona con un mayor afrontamiento ante las enfermedades físicas, y un mayor grado de aceptación de la enfermedad como un proceso tolerable.

Resiliencia y profesionales 6) 7)

Los profesionales sanitarios continuamente conviven con situaciones de alta intensidad emocional y/o ambientes laborales adversos; gestionar adecuadamente esas emociones determina respuestas positivas en el paciente, genera resiliencia en el profesional y, por tanto, satisfacción personal.

Las estrategias para desarrollar resiliencia (mindfulness, diarios reflexivos, sesiones compartidas de análisis emocional, formación continua…) son esenciales para mejorar la práctica de la medicina y el trabajo en equipo. Lograr mejores niveles de resiliencia a nivel individual, grupal o institucional aumentaría la calidad de la atención y reduciría los errores médicos, así como el estrés y el burnout.

“Recetar” resiliencia 8) 9)

Salutogénesis es enfocar la salud desde lo positivo, no desde la enfermedad, buscando recursos para afrontar los retos de la vida. En favor de ello, podemos “recetar” estilos de vida resilientes, como reconocer las emociones positivas que se relacionan directamente con el bienestar, y utilizar los recursos que producen para crear conductas saludables; implicar a los pacientes en los procesos de su salud (sujeto activo); programas de intervención en resiliencia (técnicas de terapia cognitivo-conductual, meditación y relajación); autocontrol, como por ejemplo, práctica del mindfulness como estrategia de autocuidado; educación, debates, ejercicios prácticos a través de programas formativos; gimnasia emocional (entrenamiento para desarrollar emociones de bienestar); ejercicio físico (control del estrés, potencia la superación, la tolerancia, la autoconfianza…).

Una pequeña reflexión

Empezamos a ser conscientes del valor de la resiliencia, de tenerla, de aprenderla, de la repercusión en el control de la enfermedad y su beneficio en la salud. Y, sin embargo, no tiene valor académico en la formación sanitaria, solo parece interesarnos cuando se hace necesaria y, por otro lado, no estamos suficientemente entrenados para enseñarla.

Aún queda camino por andar…

M. Jesús Fernández Lerones

Grupo de Trabajo de Salud Basada en las Emociones de la semFYC

Bibliografía 

1)      Ruiz-Román C, Juárez Pérez-Cea J, Molina Cuesta L. Evolución y nuevasperspectivas del concepto de resiliencia: de lo individual a los contextos y a lasrelaciones socioeducativas. Educatio Siglo XXI, Vol. 38 nº 2

· 2020, pp. 213-232. Disponible en: https://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=7632155
 
2)    Montes-Rodríguez CJ, Urteaga-Urías E. Plasticidad sináptica como sustrato de la resiliencia.REV NEUROL 2018; 67:453-460. Disponible en: https://doi.org/10.33588/rn.6711.2018258
 

3)      Fernandes de Araújo L, Teva I, Bermúdez MP. Resiliencia en adultos: una revisiónteórica. Terapia psicológica 2015, Vol. 33, Nº 3, 257-276 Disponible en:https://scielo.conicyt.cl/pdf/terpsicol/v33n3/art09.pdf

4)      Quiceno JM, Vinaccia S. Resiliencia: una perspectiva desde la enfermedadcrónica en población adulta. Pensamiento Psicológico, Volumen 9, No. 17, 2011, pp. 69-82. Recuperado de: http://www.scielo.org.co/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S1657-89612011000200007&lng=en&tlng=es.

1.      Temprano Peñin, MS. Comunicación y resiliencia ante la enfermedad en la relación terapéutica médico- paciente [Tesis doctoral]. España: Universidad deSal             amanca; 2015. Recuperado a partir de:https://gredos.usal.es/bitstream/10366/129290/1/DPETP_TempranoPe%C3%B1%C3%ADnMS_Comunicaci%C3%B3n_y_resiliencia.pdf

2)      Jackson D, Firtko A, Edenborough M. Personal resilience as a strategy for surviving and thriving in the face of workplace adversity: a literature review. J Adv Nurs 2007 Oct;60(1):1-9. Disponible en: https://doi.org/10.1111/j.1365-2648.2007.04412.x

3)      Krogh E, Medeiros S, Bitran M, Langer A. Mindfulness y la relación clínica: pasos hacia una resiliencia en medicina. Rev Med Chile 2019; 147: 618-627Disponible en:

4)      Páez-Cala ML. La salud desde la perspectiva de la resiliencia. Arch Med (Manizales) 2020; 20(1):203-16. Disponible en:https://docs.bvsalud.org/biblioref/2020/03/1053283/19-rev-salud-desde-la-perspectiva.pdf

5)      (11) Bimbela Pedrola JL. Gimnasia emocional, Pasamos a la acción. SerieMonografías EASP nº46. Granada: Escuela Andaluza de Salud Pública; 2008. Recuperado de: https://www.easp.es/project/gimnasia- emocional-pasamos-a-la-accion/

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