24 mayo 2022

La Ley de Regulación de la Eutanasia (LORE) señala el sufrimiento tanto como condición para la propia prestación de ayuda médica para morir como en su pretensión de alivio. Y lo hace específicamente en forma de sufrimiento físico o psíquico constante e intolerable, sin posibilidad de mejora, que se asocia o deriva del padecimiento o enfermedad que es motivo de la solicitud de eutanasia o ayuda médica para morir (AMpM).

Si el concepto de “sufrimiento insoportable” es fundamental para la legislación que regula la AMpM, ¿cómo identificarlo?, ¿cómo evaluarlo? y ¿cómo establecer la imposibilidad de mejora?

Bajo esta premisa se desarrolla uno de los artículos del monográfico sobre eutanasia de Actualización en Medicina de Familia (AMF) del mes de mayo, titulado “Las dimensiones del sufrimiento y su evaluación ante el deseo de adelantar la muerte”, cuyas autoras son Blanca Morera, Maite Cruz y Ana Barrena.

En cuanto a las dimensiones del sufrimiento, el artículo describe la propuesta de Marianne Dees, con cuatro dimensiones que a menudo se solapan e interrelacionan, pero que se abordan por separado para facilitar la identificación de los elementos que las integran. A continuación, las detallamos.

  • Física: puede reflejar diferentes fenómenos; unos referidos al malestar que producen los síntomas físicos, cognitivos o psiquiátricos, y otros por los efectos secundarios del tratamiento y el deterioro que condiciona la enfermedad.
  • Psicoemocional: incluye la pérdida del self o identidad, sentimientos negativos, el miedo a un futuro sufrimiento, la dependencia, la pérdida de autonomía y el agotamiento mental.
  • Social: es la categoría que parece menos presente en las solicitudes de AMpM, pero existen elementos sociales que se relacionan con otros tipos de sufrimiento. Entre ellos destaca la pérdida, o posible pérdida, de algunos roles sociales de la persona, como puedan ser los ocupacionales o los familiares, así como los referidos al estatus social, y/o la emergencia de un nuevo rol derivado de la enfermedad.
  • Espiritual-existencial: la que se considera de mayor impacto, en cuanto a la desesperanza que supone la no mejoría, la ausencia de proyectos, el deterioro y progreso de la enfermedad y la falta de control que todo ello implica. Este tipo de sufrimiento, junto a la desmoralización y pérdida de dignidad, está presente en la mayoría de los pacientes evaluados.

El artículo remarca que el carácter subjetivo, tanto en la experiencia como en los factores que condicionan su aparición, hacen difícil la evaluación del sufrimiento, y detalla que parece imprescindible, por una parte, que el profesional realice un ejercicio de reflexividad sobre sus criterios e identifique posibles sesgos subjetivos y, por otra, parece evidente que el conocimiento, la comunicación y el acompañamiento al paciente pueden ayudar a facilitar la identificación de las diferentes dimensiones del sufrimiento y cómo afectan a la persona que solicita ayuda para morir.

El texto concluye que es fundamental incorporar estrategias que fomenten la empatía y la comunicación con los pacientes, así como el conocimiento de las diferentes dimensiones del sufrimiento.

Puedes leer el artículo completo haciendo clic en este enlace.

 

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