La transmisión por inhalación o por el contacto con gotas y aerosoles respiratorios; la sintomatología; el período de incubación; la detección de asintomáticos; la variabilidad de los cuadros, de leves a críticos o los factores que impactan negativamente sobre la gravedad y la mortalidad de la COVID-19 son algunos de los aspectos clave que José María Molero, Javier Arranz, María Isabel Gutiérrez y Jesús María Redondo (miembros los tres primeros del Grupo de Trabajo en Enfermedades Infecciosas de la semFYC y el último de la SoMaMFYC) abordan en el artículo especial “Aspectos básicos de la COVID-19 para el manejo desde atención primaria” que a día es un anticipo del volumen 53, número 6, correspondiente a Junio – Julio de 2021 de la Revista Atención Primaria.
El artículo resume la evidencia actual es aspectos como la transmisión, sobre la que señala las principales vías de transmisión (inhalación o contacto a corta distancia (< 2 m) a través de los ojos, boca o nariz) al tiempo que apunta otras menos probables y que siguen bajo análisis. Sobre estas, señala que “la propagación por aerosoles es probable, especialmente, en espacios cerrados y mal ventilados” y que “la vía de transmisión vertical se produciría fundamentalmente en el período postnatal, por el contacto estrecho del niño con las secreciones respiratorias de la madre; aunque se han detectado receptores ACE-2 en la placenta en mínimas cantidades, así como ARN del virus en la leche materna, no pudiéndose descartar la transmisión por contacto”. El artículo indica que “no se ha informado de esta por productos sanguíneos, pinchazos por agujas o fecal-oral”. La forma de transmisión predominante ha sido la intrafamiliar.
Una de las cuestiones que se ha demostrado como más compleja es la presencia de un volumen significativo de casos infección por SARS-CoV-2 asintomáticos (según estudios estos podrías representar entre el 33% y 50%, del total) que coexistirían con cuadros de infección respiratoria aguda leve, moderado o grave. El artículo especial de Atención Primaria reseña que, además de los síntomas respiratorios, existe una amplia gama de otros relacionados con distintos sistemas.
En relación al riesgo de padecer un cuadro de infección por SARS-CoV-2 grave, el artículo señala varios datos clave:
- Entre un 80 a 85% de los casos son leves o moderados (incluye neumonía leve), un 10 a 14% son graves (neumonía grave), requiriendo hospitalización y un 5 a 6% son críticos (insuficiencia respiratoria, shock séptico y/o fallo multiorgánico) con elevada mortalidad.
- La edad (> 65 años), el sexo masculino y las comorbilidades tienen un gran impacto en la gravedad y en la mortalidad en la infección COVID-19. Además, determinados hallazgos de laboratorio han sido identificados como marcadores de gravedad (tabla 3)4,19.
En lo que al abordaje de las pruebas se refiere, los autores señalan que los cuadros clínicos sospechosos de COVID-19 o asintomáticos con un contacto estrecho reciente con un infectado confirmado deberían someterse a pruebas diagnósticas microbiologías para identificar el SARS-CoV-2.
El artículo incluye, además de la descripción y análisis de las pruebas virológicas, indicaciones alrededor de las pruebas de diagnóstico por la imagen y mediante pulsometría.
Como es sabido, en la actualidad, no existe un tratamiento específico para SARS-CoV-2 con suficiente evidencia científica, pero sí existen indicaciones de manejo depende, principalmente, de la gravedad de la enfermedad y de la fase evolutiva de la infección.
Según resumen el artículo: “En pacientes hospitalizados, el Remdesivir reduce el tiempo de recuperación. Los corticoides orales se recomiendan en casos graves o críticos que requieren oxigenoterapia o ventilación mecánica. La tromboprofilaxis se sugiere en todos los casos graves y no graves con riesgo trombótico alto. La antibioterapia se limita a pacientes de alta sospecha de sobreinfección bacteriana.”
Por último, el documento cierra analizando el seguimiento de casos leves-moderados y graves tras el alta hospitalaria. Según se indica, para estos debe realizarse una monitorización de la situación clínica durante un tiempo mínimo de dos semanas.
Lee el artículo íntegro aquí: “Aspectos básicos de la COVID-19 para el manejo desde atención primaria“
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